Soy psicóloga, experta en género, educadora de masaje infantil y madre. Esto que voy a escribir lo hago desde el corazón, pero también desde la evidencia científica, en la cual baso siempre en mi quehacer profesional. La humanidad occidental, al verse despojada de sus instintos en cuanto a parto y crianza se refiere, ha tenido que volver a investigar sobre lo obvio para apoyar con base científica todo lo que de naturaleza nos tendría que venir dado (y que de hecho nos viene, pero se ha ido perdiendo con la industrialización y muchos otros hitos históricos que no voy a descifrar aquí ahora). Por eso resalto esto de la evidencia científica. Porque la ciencia, respalda a la naturaleza en cuanto a crianza se refiere.
¿Por qué un parto respetado?
Respetar un parto es respetar a una madre, a una familia, a una criatura. Siguiendo la cadena de cuidados, las madres que están bien cuidadas, cuidarán mejor, podrán dedicarse a sus bebés porque no tienen que preocuparse de sobrevivir. Y esta supervivencia no es solo física, también me refiero a la supervivencia emocional, la que nos empuja hacia la vida y hacia el amor. La que nos proporciona la paz necesaria para proporcionar cuidados.
Pero más que centrarnos en la necesidad de respetar un parto, hablaré de las consecuencias de no hacerlo, que pueden llegar a ser devastadoras desde el punto de vista bio-psico-social.
No respetar un parto significa no respetar los tiempos de la mujer, infantilizarla (es decir, tratarla como una niña que no sabe lo que necesita), no escuchar sus necesidades primigenias, entorpecer su proceso, seguir prototolos a rajatabla, etc... todo esto da lugar a complicaciones que necesitarán de más intervencionismo para evitar males mayores... y así es como comienza la rueda a girar, como la pelota de nieve se va convirtiendo en avalancha.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el bienestar de la diada mamá-criatura? Fácil y complicado al tiempo, porque es evidente, pero al mismo tiempo invisible ante los ojos desentrenados.
Según la psiquiatra infantil Ibone Olza "si el parto es vivido como una experiencia traumática, el nivel de adaptación psicosocial en el postparto, la lactancia e incluso el vínculo emocional de la mamá y el bebé se verán afectados" Así pues, el trato que recibe la mujer en el parto está íntimamente relacionado con la vivencia de la experiencia y el ajuste de la misma en su ciclo vital, llegando a convertirse en uno de los momentos cruciales de la vida de toda madre. Sea para bien o para mal, lo que está claro es que el parto es un momento de crisis vital, un punto de inflexión en el que la mujer tiene la oportunidad de reorganizar sus experiencias. Es decir, es un momento único, clave y como tal debería ser tratado.
Una madre ninguneada, obligada a justificar cada una de sus decisiones, empujada a aceptar intervenciones y en muchos casos insultada y amenazada unas veces sutil y otras directamente, tiene muchas probabilidades de sufrir una serie de cuadros psicológicos dignos de tratamiento. Estrés postraumático y depresión postparto estarán a la orden del día. Y en esos casos, el cuidado del ser humano que acaba de llegar a este mundo está en juego. Está claro que mucho se tiene que complicar todo para que su vida física se vea dañada, pero lo que quedará dañado en cualquier caso será el establecimiento del vínculo con su madre. Y así es como la vida comienza a despersonalizarse, a deshumanizarse, a verse despojada de su fino e invisible hilo conductor. Repercute tanto en la salud de la madre como el la de la cría, y lo hace tanto en la vertiente física como en la emocional. Un parto intervenido, no respetado, tiene consecuencias en la salud emocional posterior y si la madre sufre, el bebé también lo hará.
La respuesta principal a esa pregunta del título de este artículo es entonces la prevención.
Desde la psicología tan importante como reparar daños en la persona (ya sea a nivel conductual, social, cognitivo o emocional) es prevenirlos. Desde un enfoque de minimización del riesgo, se trata de algo tan básico como respetar para prevenir.
Por tanto, desde aquí me sumo a las reivindicaciones de la Semana Internacional del Parto Respetado con la esperanza de que algún día no sea necesario reivindicar nada.
Me quedo con tu última frase, ojalá algún día no sea necesario reivindicar nada, ojalá algún día volvamos a ser las mamíferas que paren a sus propias crias, que creen en ellas mismas y en su poder de parir, que confian en su cuerpo y en su mente y que son capaces de vivir ese momento en plena paz y armonía. Brillante como siempre Elena :)
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